Nuestra Gente – Una vida. Una historia. es un espacio dedicado a compartir los relatos de quienes, con su experiencia, dan vida a nuestra asociación. En esta ocasión, José María Jiménez Sancho nos abre su corazón para contarnos su historia: un camino marcado por el trabajo, la familia y un desafío inesperado que transformó su vida. A través de sus palabras, conocemos no solo su lucha contra la enfermedad cardíaca, sino también el valor de la amistad, el apoyo incondicional de sus seres queridos y la importancia de nuestra comunidad.
Queridos compañeros de la Asociación de Pacientes Cardíacos de Granada y su Provincia: me llamo José María Jiménez Sancho, tengo 55 años de edad y soy cordobés de nacimiento y “granaíno” de adopción. Llegué a Granada a la edad de 9 años; estudié lo que quise, más bien poco, y empecé a trabajar muy joven en el Hotel Sudán. En 1970 me fui a la mili voluntario. A la vuelta de ésta y ya en 1973, me casé con Carmen, estando trabajando en el Hotel Suizo. En 1980, a los 30 años y siendo ya padre de dos niñas de 4 y 6 años, empiezo a trabajar en la Fábrica Nacional de Industrias Militares “Santa Bárbara”.

Y en esta empresa transcurren casi 20 años de mi vida, trabajando en ella y ejerciendo al mismo tiempo mis labores de padre y esposo.
Durante 1999 ocurren en mi vida diversas situaciones que me acarrean continuos y elevados niveles de estrés, lo cual, unido a mi condición de fumador empedernido y a una hipercolesterolemia no controlada, me lleva el día 13 de diciembre de este año al Hospital Clínico San Cecilio con un Infarto Agudo de Miocardio Posteroinferior. Allí, los grandes profesionales que me atienden, me realizan una Angioplastia y colocación de doble stent a las lesiones de CX y CD, salvando mi vida.
La atención recibida en la planta de cardiología del Hospital Clínico fue inmejorable, así como la recibida por parte de Carmen (mi mujer), y de mis hijas, que no me dejaron solo en ningún momento. Eran fechas navideñas, y no puedo dejar de recordar y agradecer inmensamente la labor realizada por los médicos, enfermeras y resto de personal de la 4.ª planta del Hospital. GRACIAS a TODOS ellos.
De igual forma quiero mostrar mi más profundo agradecimiento y cariño a mis tres mujeres, las que llenan mi vida en todo momento, mi querida esposa, que día a día no ha dejado de mostrarme su amor, el cual por muchos años que viviera no tendría el suficiente tiempo para agradecérselo y demostrarle el mío, y a mis niñas, hoy ya mujeres que siempre están atentas a que no me pase de la raya, recriminándome cuando lo hago, que es otra forma de demostrarme su cariño, tengo que decir que me une a ellas una gran complicidad y amistad.
Fue una gran experiencia para mí asistir cada semana, después de mi salida del hospital, a realizar los ejercicios físicos en aquella escalera de incendios a cargo de nuestra hoy Presidenta de Honor, Sor Josefina, que nos infundía tanto ánimo y nos transmitía que con el esfuerzo personal lograríamos la mejoría que tanto necesitábamos los enfermos y enfermas que nos reuníamos allí. Gracias a su amor y dedicación creo que lo hemos conseguido.

No olvido tampoco las charlas que las psicólogas, Humbelina y Laura, ofrecían a los pacientes y a sus cónyuges; nos ayudaron a comprender mucho mejor nuestra enfermedad, a controlar nuestros miedos, a relajarnos… y a poder relacionarnos de una manera normalizada con nuestra nueva situación.
Tengo que valorar también, y mucho, la amistad que me une en la actualidad con algunos de los enfermos que conocí en su día; aquel hombre que colaboraba voluntariamente con Sor Josefina en las clases de gimnasia, que nos tomaba la tensión junto con ella, anotando todo en nuestras fichas, controlando cualquier tipo de cambio; nos informaba y resolvía cuantiosas dudas, y nos ayudaba en todo lo que podía abnegadamente, dedicando 5 ó 6 horas diarias, tres veces por semana a estos menesteres, es hoy el Presidente de nuestra Asociación, don Rafael Córdoba; un amigo incansable e incombustible.
Me cambió la vida, y mucho…
Pasar del ajetreo diario del trabajo a la jubilación no fue fácil. Para mí, la mejor terapia ha sido poder ver poco a poco cómo iba naciendo esta Asociación; la idea inicial se ha materializado con la entrega de nuestra nueva Sede aún por estrenar.
Por eso os animo a todos y todas, socios/as y colaboradores/as: enfermos/as, cónyuges, hijos y familia… Apoyemos y colaboremos todos con nuestro granito de arena para que nuestra Asociación crezca y podamos alcanzar las aspiraciones que perseguimos con ella, que son muchas y beneficiosas para todos nuestros CORAZONES.